En un día tan especial como el de hoy, cuando se cumplen 40 años ininterrumpidos de vida democrática en el país, y en la previa a un nuevo traspaso de mando entre dos presidentes legítimamente electos por el pueblo, nos tomamos la libertad y el atrevimiento de parafrasear el poema del inolvidable Mario Benedetti y confundir deliberadamente Democracia con alegría, porque somos conscientes que no hay una sin la otra.
Son muchas las cosas que el país y los uruguayos hemos logrado hacer desde que dejamos atrás los largos 12 años de cruel oscurantismo en que nos sumió la dictadura cívico militar.
Son muchas las cosas que el país y los uruguayos tenemos todavía que resolver si queremos seguir avanzando en el camino del bien común y la pública felicidad.
Pero para ello necesitamos de la Democracia, de la uruguaya, como nuestra forma natural de convivencia social en la que nos reconozcamos libres e iguales, en la coincidencia o en la disidencia, en una construcción que es de todos los días, separando la paja del trigo, priorizando lo importante por sobre lo accesorio, buscando las pequeñas grande soluciones a los pequeños grande problemas de la gente, sin distinción de credos, creencias y colores.
Escuchando y alentando a todos los bien intencionados, desoyendo y dejando a un lado a los mezquinos, a aquellos que quieren sembrar encono y odio con el solo objetivo de obtener un rédito personal.
A pesar de todas las dificultades, a pesar de todas las diferencias, a pesar de todas las carencias, a pesar de todo, defendámosla como una trinchera, como un principio, como una bandera, como un destino, como una certeza, como un derecho, y como a la alegría, también de ella misma.
Y mientras tanto, disfrutemos y celebremos.
¡Salud Uruguay, viva nuestra Democracia…!
Video gentileza del IG oficial de Presidencia de la República.