Hace algunos meses, me encontré con mi amiga Andy para tomar un café en el bar de la maravillosa librería El Ateneo de Buenos Aires. Uno de los temas que hablamos tenia que ver con nuestra futura llegada a los tan temidos 60 años. En la charla ella me contaba que estaba en una especie de crisis existencial porque se estaba planteando con la llegada de los “sixties” cómo quería vivir sus próximos 20 años de vida, considerando que lleguemos a los 80 con buena salud física y mental.
Hasta ese momento, yo ni me había replanteado cómo quería vivir mis próximos 20 años. En realidad, hasta esa charla ni siquiera me había percatado que yo también en pocos meses cumpliría 60 años. Lo veía como algo lejano, aun me faltaba atravesar el fin de año, las vacaciones, el verano, el otoño, pensar qué actividades quería programar, qué dieta comenzar, qué libro leer. En fin, estaba lejos de plantearme el dilema existencial al que se refería Andy, a pesar de que ella cumple un mes antes que yo. O ella estaba muy adelantada en su pensamiento o yo me estaba haciendo la boluda para no encarar semejante desafío.
Para aclarar un poco la pregunta que se hacía Andy, su dilema existencial tenía que ver con, suponiendo que nos queden unos buenos 20 años de vida, ¿cómo los quiero vivir? ¿con quién los quiero vivir? ¿qué cosas estoy dispuesta a transar y qué cosas ya no negocio en pos de mi bienestar? La charla quedo dando vueltas en mi cabeza varios días, hasta que pasó el tiempo y me olvidé.
Pero como la vida siempre te pone trampas, y lo que no te acordaste, de alguna manera, vuelve a vos, hace algunas semanas Infobae publicó una entrevista realizada a la psicóloga Pilar Sordo, en la que reflexionaba sobre el tiempo de vida (y la calidad del tiempo de vida) a raíz de que pronto la escritora cumplirá también los 60 años. La frase con la que se titula la entrevista es: “Me quedan 20 Navidades”.
Para ampliar un poco la idea de Pilar Sordo, esta frase no implica una certeza sobre la cantidad de años que le quedan por vivir, sino una invitación a reflexionar sobre cómo priorizar y disfrutar cada momento, especialmente en relación a los vínculos y a las decisiones importantes. La idea es que pensar en “20 Navidades” en lugar de “20 años” puede generar un sentido de urgencia y motivar a vivir de manera más plena, priorizando lo que realmente importa.
A mí, la entrevista de Pilar Sordo y esta frase, me impactó considerablemente, porque me hizo recordar la famosa conversación que tuve con mi amiga Andy.
Finalmente, hace pocos días, llegaron mis 60 y, desde entonces, no he parado de reflexionar sobre el tema: ¿cómo quiero pasar yo mis próximas 20 Navidades?
Lo cierto es que cuando yo era chica, en el siglo pasado, ninguna mujer de 60 años se planteaba esta pregunta. Mis abuelas, por ejemplo. Por la sencilla razón que ya de por sí llegar a los 60 era todo un mérito. ¡Mirá si se iban aponer a pensar en cómo querían vivir de los 60 a los 80! Menos que menos pensar en la calidad de vida que podrían tener después de los 60. La gente a los 60 pirulos se quedaba en su casa, a disfrutar su jubilación, leía, iba al cine, viajaba o jugaba a las bochas. Y a lo sumo se sentaban en la puerta a esperar que los venga a buscar la parka.
Por suerte para nosotros, la edad de vida promedio se prolongó más allá de los 80 años y hay muchísimas mujeres que están fantásticas pasados los 60. Es decir, hay una vida intensa entre los 60 y los 80 y probablemente después de los 80 también.
Jane Fonda, Helen Mirren, Meryl Streep, Mirtha Legrand y mi mamá, entre otras, son un ejemplo de ello. Mujeres que pasan los 80 y siguen trabajando como si tuvieran 20 y están fantásticas.
El famoso escritor chino Lin Yutang decía sobre la vejez: “Los occidentales no queremos envejecer; no obstante, los chinos entienden el ‘ocaso de la vida como el período más feliz’, e incluso anhelan esa edad de gloria y satisfactorio descanso, en que serán respetados por su sabiduría y tratados por todos con mayor dulzura y bondad. Gozar de buena salud en la ancianidad, o ser viejo y sano, es la mayor suerte humana (…) Después de todo, no hay nada más hermoso en este mundo que un anciano lleno de salud y sabiduría, con ʽsonrosadas mejillas y blancos cabellosʼ y que habla con voz calmosa de la vida según la conoce”.
Claro que eso pasaba en China en el siglo pasado. Yo que sé si en la China de hoy se los venera tanto a los veteranos, por casa estamos bastante lejos de esa premisa.
Para terminar, como suelo hacer últimamente en mis notas, me toca hoy agradecer a la vida, por haberme permitido llegar a los 60, sana y entera. Y si no es mucho pedir, que me de la oportunidad de llegar por lo menos a los 80, en las mismas condiciones físicas y mentales como para poder argumentar que entre los 60 y los 80 viví unas maravillosas 20 Navidades.
¡Feliz Cumple para mí…! ¡Buena vida…!
Mariana Margulis para Colonia Multimedia – prensa@coloniamultimedia.uy